Confutatis maledictis

De pequeño me gustaban mucho las fábulas. Y lo que más me gustaba no era la moraleja final sino que los personajes fuesen animales. "Amadeus" (Milos Forman, 1984) es una fábula que en vez de animales utiliza a Mozart y Salieri. La primera vez que la vi (ha llovido mucho desde entonces) me maravillé con la puesta en escena y toda la dirección artística, tan realista, tan detallista. Pero ahora, habiéndola visto de nuevo con la excusa del montaje del director me doy cuenta que no se puede tratar a "Amadeus" como una película "histórica", ni siquiera como un "biopic". El enfrentamiento entre Mozart y Salieri (o entre la genialidad y la mediocridad) que propone Peter Shaffer tanto en la obra de teatro original como en el guión de la película es tan cierto como un episodio de Star Trek. Está demostrado que Salieri no encargó a Morzart el "Requiem", y que , desde luego no le ayudó a escribirlo. Pero uno duda de que eso no haya ocurrido al ver la famosa escena de F. Murray Abraham (inmenso) y Tom Hulce, grandioso clímax de la película.

Cada vez que la veo descubro algo nuevo: la afición de Salieri por los dulces debida a su castidad, el genial actor de reparto que es Jeffrey Jones (el emperador José II), un F. Murray Abraham más creíble incluso con el maquillaje de anciano que sin él... Mil cosas. Y luego están las cosas que vuelves a ver una y otra vez: dicha escena de la cama, la Flauta Mágica y, sobre todo, la entrada del Convidado de Piedra al final de don Giovanni que me sigue dejando tan sobrecogido como la primera vez que lo vi.