martes, julio 25, 2006

David Rubín


¡Deprisa que se me apaga el ordenador!

David Rubín. "El Circo del Desaliento" (Astiberri). Rubín, en palabras del genial Miguelantxo Prado pertenece al reducido puñado de francotiradores que componen la historieta gallega. A mí cada vez me gusta más el estilo de la nueva historieta española, por un lado muy influenciada por el cómic europeo (así en general) pero con rastros muy patentes del cómic americano en general, y del de superhéroes en particular (sobre todo Jack Kirby y Frank Miller: sí, son 20 años de diferencia). Añadiría a este grupo de autores a Luís Bustos y a Pepo Pérez (sí, los del Rockdelux). Pero si hay un autor cuya sombra alargada llega hasta Rubín es la de Santigo Sequeiros. Esos trazos que parecen hechos con un cuchillo de cortar el pan y, en cierta medida, la temática triste. Sin embargo yo prefiero el libro de Rubín a cualquiera de Sequeiros (a ver quien es el guapo que se relee "El Ambigú"). La obra de este último es un agujero sin fondo donde el mismo autor está. Las historias de "El circo del desaliento", aunque llenas de los sentimientos más soterrados y de mala leche a raudales (cómo él mismo avisa en una "apertura de telón a modo de prólogo", donde se ríe de sí mismo) siempre hay aire fresco del que respirar. El relato que abre el libro ("Donde nadie puede llegar") es de lo mejor que puede encontrar uno en una librería.

David, si estás leyendo esto es que has caído en lo que Iker denomina "masturbarse en internet", es decir buscar tu nombre en el Google. Si es así, pues decirte que soy un fan automático tuyo.

jueves, julio 20, 2006

La Espiral


¿Por qué persigue James Steward a ese hombre de blanco por las azoteas?

Acaban esos maravillosos títulos de crédito de Saul Bass con imágenes propias de la nouvelle vague al ritmo de vals de Bernard Hermann y llegas a una película que ha empezado lo menos hace diez minutos. Una mano agarra con fuerza la escalera. Un hombre que huye de la policía; nunca sabremos por qué. Tampoco nos importa. “Vértigo” es otro tipo de película.

Qué difícil se hace a veces elegir entre “Psicosis” y “Vértigo” como mejor película de Hitchcock. “Psicosis” es más intensa y la vez sutil, pero siempre terrorífica. “Vértigo” está llena de matices y detalles. Sólo “Watchmen” es tan puntillosa como la película de Hitchcock (aquí sustituiríamos la espiral por un reloj a las 12 menos 5 que aparece en prácticamente todas las páginas de la obra de Moore y Gibbons).

El reciente revisionado de las aventuras de James Steward y Kim Novak me hace decantarme una vez más por ésta (aunque uno tenga la mirada de Norman Bates aún clavada en su frente). Como en las mejores obras (esas que revisitas continuamente) siempre encuentras cosas nuevas o te sorprendes con las cosas que ya conocías: la primera vez que Steward ve a la Novak: un restaurante con tonos verdes en el que ella resplandece llevando un traje de rojo intenso; la escena en la librería en la que poco a poco atardece (ese es Hitchcock, hace de una escena meramente informativa una obra maestra); lo bien que se complementan las imágenes del director con la partitura de Hermann; el “giro inesperado” (te cuentan la película entera a media hora del final: te dices, “¿y ahora?”, y, sobre todo, el personaje de James Steward tan obsesionado con un fantasma del pasado que lo vuelve a traer de entre los muertos. La imagen final creo que es la mejor de la historia del cine, sólo comparable con la de “El tercer hombre”, que, al fin y al cabo termina exactamente igual que “Vértigo”.

Mañana mismo la podría volver a ver.

lunes, julio 03, 2006

A lot different before, Mr. Scott. A lot different.

A estas alturas el no haber visto "El hombre que mató a Liberty Valance" es casi casi como no haber visto "Alien" o cualquiera de las mil películas que todo el mundo te dice que no te debes perder. Todas las películas de John Ford tienen muchas posibilidades de pertenecer a esa lista. Salvo "Cuna de Héroes" (demasiado patriotera hasta para Ford) y alguna que otra no tengo queja "los tres directores favoritos" de Orson Welles. De hecho "Las Uvas de la Ira", "El Último Hurra" y, sobre todo, "Centauros del Desierto" son tres de mis películas preferidas. En "El Hombre que mató a Liberty Valance" una vez más se dan cita los mismos personajes de todas las películas de Ford y todos interpretados por actores de su confianza.

El resultado es un "western a deshoras", pero magistral (es lo que tiene ser John Ford). Los personajes de James Steward y John Wayne luchan por algo más que por Vera Miles: por imponer su visión de como se debe vivir y morir en el oeste (esto es, el mundo). Uno se siente tentado de seguir ciegamente a ese buen chico valiente, bondadoso y cabezota que es James Steward. Pero en el otro rincón está el viejo John Wayne: reaccionario, chulo y con ese tono de voz perdonavidas en todo lo que hace. Durante los 60 el Duque fue de universidad en universidad participando (sería más correcto decir "enfrentándose") en debates con los estudiantes. En uno de ellos alguien le preguntó sobre lo falso que era su pelo. Wayne contestó sin cambiar el gesto (es lo que tiene ser John Wayne) "Hijo, no hay ni un sólo que no sea de verdad en este peluquín". Sí, andaba de una forma rara. Sí, el tipo era prácticamente un nazi. Sí, pero, al igual que el reverendo Jesse Custer uno lleva demasiado tiempo con el Duque a su lado para darle la espalda.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.