Electrónica en abril (del 2006)
Lusine abrió el sábado con un concierto en el auditorio. Apenas había escuchado un disco suyo: claras influencias de Boards Of Canada o lo que es lo mismo, atmósferas agradables, melodías y ritmos hip hop sintéticos. Pero Lusine tiene sonido propio y no se queda en un clon del grupo escocés. Ni de lejos. Su actuación no contó con apoyo visual y fue más atmosférica, dejando patente lo densísimo que es su sonido. Si Phil Spector estaba obsesionado con su "muro de sonido", Lusine da la impresión de que quiere que escuches su música a través de un muro de hormigón. El concierto fue decayendo; me dio la impresión de que no sabía rematar los estados de tensión que él mismo creaba (quizá he escuchado demasiado post-rock). Sí lo consiguió en la última canción, que consistía casi únicamente en guitarras sampleadas que se iban superponiendo. Estuvo muy bien pero pudo ser mucho mejor.
En cambio Machine Drum me pareció un despropósito desde el principio. Travis Steward vino acompañado de su portátil y un batería para poner en escena su visión marciana del hip hop y del funky (que comparte con Jackson and his computer band y Super_Collider, por decir dos ejemplos). El resultado: un batiburrillo de ritmos más vistos que el tebeo (por mucho baterista adicional), ruido pasado por la batidora y apuntes grimme que hicieron las delicias de la sección alcohólica del patio de la Casa Encendida. Para colmo tocó la guitarra casi todo el concierto haciendo unos tristes punteos propios de Chris Rea.
En principio la verdadera razón de ir a los conciertos el sábado era no perderme a Supersilent y con eso matar de envidia a Jazzsmoke. No era un mal plan pero hubo mucho más. Con la baja de Helge Sten, el resto de los Supersilent afrontaron un concierto sin el apoyo de los ruidos provocados por el audio virus de éste. Si la información es cierta (y Jazzsmoke podrá corroborarlo ya que son uno de sus dos millones grupos favoritos) Supersilent sólo se ven para las actuaciones. Nunca hablan de música y todo lo que hacen es improvisado al 100%. Este salto en paracaídas fue acogido con extrañeza al principio; estámos en electrónica en abril y la gente ya está acostumbrada a tipos que más que "tocar" música parece que estén jugando un solitario con su portátil (de hecho estoy seguro que más de uno lo hará). De repente tenemos un teclista, un batería y un tío con una trompeta. Lo que no sabíamos es que nos iban a arrastrar en su caída. El grupo noruego hace una música áspera, esquiva casi por definición. Pero pese a los ritmos escurridizos de Jarle Vespestad, la intensidad que alcanzaron Supersilent no pasó desapercibida y el público estalló varias veces consciente de lo que estaban viendo. Una experiencia única y difícil de describir.
Como la que inició el domingo Institut Fuer Feinmotorik. Ocho platos, cuatro mesas de mezclas y ningún disco. Los cuatro miembros de este colectivo empezaron su actuación buscando sonidos chirriantes de diferentes frecuencias simplemente aplicando objetos de la vida cotidiana a sus agujas: papel, goma, CDs... Este caos inicial recordaba más una orquesta afinando sus instrumentos al comienzo de una sinfonía que a otra cosa. Finalmente consiguieron lo que buscaban y dieron al play de sus platos. El resultado, techno minimalista original y, sobre todo, primitivo. Ruido, loops y, en definitiva, ritmo. De nuevo volvió a triunfar lo "orgánico" sobre lo digital. Impresionante.
Regresamos al patio con Frivolous, en cuya mesa de trabajo había un portátil, un teclado midi y un florero. Su concierto consistió en una sesión de house con destellos experimentales y algún sólo de órgano de lo más efectivo. Si el día anterior Arve Henriksen cataba a través de su trompeta en el concierto de Supersilent, Frivolous lo hacía con un teléfono rojo. Bailamos un poco y lo pasamos bien. Tan intranscendente como divertido.
Rafa prácticamente me había amenazado para que no me perdiese a Jan Jelinek "& amigos". La única referencia que tenía de él eran algunas canciones suyas en un recopilatorio de ˜scape, de esos que se saca de la manga el Rock de Lux para que la revista cueste seis euros. Jelinek también tenía un portátil y una mesa de mezclas, pero algo me decía que con sus juguetes iba a explorar otros lugares. Y así fue. Mucho más cercano al jazz y sobre todo al rock en su forma de enfrentarse al directo, el concierto del grupo (venía con un batería y un guitarrista) me recordó más a Spacemen 3 y/o Spiritualized que a cualquier cosa relacionada con la electrónica. Jelinek presionó todo lo posible y después presionó un poco más haciendo explotar La Casa Encendida. El sonido era simplemente espectacular y se metió a la mitad del público en el bolsillo en el primer tema y a la otra mitad en el segundo. Tras terminar con una canción que le daba un nuevo significado al concepto "rock ácido", los asistentes pidieron un bis que consistió en un vals que no dejó de ser bonito ni en sus momentos más furiosos. Así que nos rendimos todos: él fue el verdadero vencedor del festival porque su concierto fue un verdadero festival.
4 Comments:
Ni las fotos son mías ni corresponden a los conciertos que vi.
Material adicional: Jan Jelinek en la sala Vademecwm de Vigo el 19 de abril
http://sinsalaudio.com/radio/index.php?id=29
No tan descafeinado. Digamos que el batería tuvo más progonismo. De hecho el de la trompeta tambien tocó la batería en una o dos "canciones" (de esas de 20 minutos).
Pese a que "rítmicamente" son opuestos, Supersilent me parece el grupa más semejante a Can de la actualidad (aunque los alemanes siempre tenían un elemento, mmm, más pop que Supersilent, que apenas lo sacan en sus bonitas nanas)
Es maravilloso. No he entendido absolutamente nada. Como si hablaras en otro idioma.
Joder, si está clarísimo. "Progonismo" viene del latín "progo, progori" que viene a significar "darle a una batería con baquetas y la cabeza rapada"
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