miércoles, abril 26, 2006

The Contest





























lunes, abril 24, 2006

Electrónica en abril (del 2006)

No escucho tanta música electrónica como hace unos años, pero la propuesta que hace la Casa Encendida siempre es interesante. La única excusa que puedo poner para no haber ido más (y perderme otras ediciones a Jimmi Lidell, Jason Forrest o Psychic TV) es mi despiste o mi pereza. Esta vez no fue así. El viernes no fui pese a las ganas que tenía de ver al 50% de Pan Sonic, Mika Vainio. Desafortunadamente él tampoco pudo ir. Así que nos quedan el sábado y el domingo.


Lusine abrió el sábado con un concierto en el auditorio. Apenas había escuchado un disco suyo: claras influencias de Boards Of Canada o lo que es lo mismo, atmósferas agradables, melodías y ritmos hip hop sintéticos. Pero Lusine tiene sonido propio y no se queda en un clon del grupo escocés. Ni de lejos. Su actuación no contó con apoyo visual y fue más atmosférica, dejando patente lo densísimo que es su sonido. Si Phil Spector estaba obsesionado con su "muro de sonido", Lusine da la impresión de que quiere que escuches su música a través de un muro de hormigón. El concierto fue decayendo; me dio la impresión de que no sabía rematar los estados de tensión que él mismo creaba (quizá he escuchado demasiado post-rock). Sí lo consiguió en la última canción, que consistía casi únicamente en guitarras sampleadas que se iban superponiendo. Estuvo muy bien pero pudo ser mucho mejor.


En cambio Machine Drum me pareció un despropósito desde el principio. Travis Steward vino acompañado de su portátil y un batería para poner en escena su visión marciana del hip hop y del funky (que comparte con Jackson and his computer band y Super_Collider, por decir dos ejemplos). El resultado: un batiburrillo de ritmos más vistos que el tebeo (por mucho baterista adicional), ruido pasado por la batidora y apuntes grimme que hicieron las delicias de la sección alcohólica del patio de la Casa Encendida. Para colmo tocó la guitarra casi todo el concierto haciendo unos tristes punteos propios de Chris Rea.


En principio la verdadera razón de ir a los conciertos el sábado era no perderme a Supersilent y con eso matar de envidia a Jazzsmoke. No era un mal plan pero hubo mucho más. Con la baja de Helge Sten, el resto de los Supersilent afrontaron un concierto sin el apoyo de los ruidos provocados por el audio virus de éste. Si la información es cierta (y Jazzsmoke podrá corroborarlo ya que son uno de sus dos millones grupos favoritos) Supersilent sólo se ven para las actuaciones. Nunca hablan de música y todo lo que hacen es improvisado al 100%. Este salto en paracaídas fue acogido con extrañeza al principio; estámos en electrónica en abril y la gente ya está acostumbrada a tipos que más que "tocar" música parece que estén jugando un solitario con su portátil (de hecho estoy seguro que más de uno lo hará). De repente tenemos un teclista, un batería y un tío con una trompeta. Lo que no sabíamos es que nos iban a arrastrar en su caída. El grupo noruego hace una música áspera, esquiva casi por definición. Pero pese a los ritmos escurridizos de Jarle Vespestad, la intensidad que alcanzaron Supersilent no pasó desapercibida y el público estalló varias veces consciente de lo que estaban viendo. Una experiencia única y difícil de describir.

Como la que inició el domingo Institut Fuer Feinmotorik. Ocho platos, cuatro mesas de mezclas y ningún disco. Los cuatro miembros de este colectivo empezaron su actuación buscando sonidos chirriantes de diferentes frecuencias simplemente aplicando objetos de la vida cotidiana a sus agujas: papel, goma, CDs... Este caos inicial recordaba más una orquesta afinando sus instrumentos al comienzo de una sinfonía que a otra cosa. Finalmente consiguieron lo que buscaban y dieron al play de sus platos. El resultado, techno minimalista original y, sobre todo, primitivo. Ruido, loops y, en definitiva, ritmo. De nuevo volvió a triunfar lo "orgánico" sobre lo digital. Impresionante.

Regresamos al patio con Frivolous, en cuya mesa de trabajo había un portátil, un teclado midi y un florero. Su concierto consistió en una sesión de house con destellos experimentales y algún sólo de órgano de lo más efectivo. Si el día anterior Arve Henriksen cataba a través de su trompeta en el concierto de Supersilent, Frivolous lo hacía con un teléfono rojo. Bailamos un poco y lo pasamos bien. Tan intranscendente como divertido.

Rafa prácticamente me había amenazado para que no me perdiese a Jan Jelinek "& amigos". La única referencia que tenía de él eran algunas canciones suyas en un recopilatorio de ˜scape, de esos que se saca de la manga el Rock de Lux para que la revista cueste seis euros. Jelinek también tenía un portátil y una mesa de mezclas, pero algo me decía que con sus juguetes iba a explorar otros lugares. Y así fue. Mucho más cercano al jazz y sobre todo al rock en su forma de enfrentarse al directo, el concierto del grupo (venía con un batería y un guitarrista) me recordó más a Spacemen 3 y/o Spiritualized que a cualquier cosa relacionada con la electrónica. Jelinek presionó todo lo posible y después presionó un poco más haciendo explotar La Casa Encendida. El sonido era simplemente espectacular y se metió a la mitad del público en el bolsillo en el primer tema y a la otra mitad en el segundo. Tras terminar con una canción que le daba un nuevo significado al concepto "rock ácido", los asistentes pidieron un bis que consistió en un vals que no dejó de ser bonito ni en sus momentos más furiosos. Así que nos rendimos todos: él fue el verdadero vencedor del festival porque su concierto fue un verdadero festival.

lunes, abril 17, 2006

V de Vendetta y V de Vendetta

Yo en realidad no creo eso de que las adaptaciones al cine van a ser siempre inferiores a la obra original. Hay ejemplos en los que están por lo menos a la altura ("El Coleccionista" de Willian Wyler, "A sangre fría" e incluso "El Club de la Lucha", para el que le guste, claro). Hay hasta películas que han "eclipsado" el libro ("Doctor Zivago").

Ahora los señores de Hollywood descubren el cómic adulto (veinte años después) y con él a su autor más cinematográfico: Alan Moore. Está comprobado casi matemáticamente. Tienes un amigo que dice eso de "¿cómics?, yo no leo cómics", le prestas "V de Vendetta" y a la semana siguiente le acompañas a que se lo compre porque se ha quedado impresionado. Si alguna vez hiciese un "manifiesto" o algo así sería sobre la tontería del freakismo y todos los tópicos del cómic: el cómic sólo es un medio, no es bueno ni malo en sí mismo. Hay buenas y malas historias; buenos y malos dibujantes; buenos y malos guionistas.

Alan Moore es un buen guionista. De hecho da dos pasos más allá de ser un "buen guionista". Sus historias son tan precisas como un reloj. Esto puede llegar a ser muy malo. "Big Numbers", la que iba a ser su gran obra maestra se truncó cuando el dibujante Bill Sienkiewicz sintió que los guiones de Moore ahogaban su creatividad. Aquello no podía funcionar; era Wagner escribiendo una pieza para John Coltrane.

Y ahora el más difícil todavía: los estudios de cine se han fijado en él. "From Hell" es un thriller casi correcto que se aleja del espíritu de la obra de Moore y Eddie Campbell, casi casi un ensayo sobre las ciudades, la magia que hay en ellas y las historias que crea esa magia. "La Liga de Caballeros Extraordinarios" es el ejemplo de lo simple que puede llegar a ser el Hollywood más simple. La miniserie (dibujada por Kevin O'Neill) era aventura en estado puro (llega de guiños a todas esa novelas juveniles), muy, muy divertida. La película no. Por último está John Constantine (personaje creado por Moore para la cosa del pantano). No se puede decir que sea o no sea fiel al cómic (igual que Spider-man), pero Constantine es la viva imagen del cinismo y Keannu Reeves es la viva imagen de la candidez.

Siguiendo esa línea llegan los Wachowski Brothers y adaptan "V de Vendetta", la serie que empezaron Moore y Lloyd para la revista "Warrior" en los 80 y que acabaron para DC. "V" es el ejemplo perfecto de lo que hace Moore: historias perfectamente trazadas, personajes sólidos (sobre todo los femeninos), constantes referencias que enriquecen sin llegar a hacer la obra pedante, escenas de acción increíblemente buenas y grandes finales. Por si fuera poco David Lloyd hace su mejor trabajo (y eso es decir mucho). Si la progresión de Moore es evidente a lo largo de la serie, la de Lloyd es geométrica. Los dos se sienten bien porque saben que lo que están contando en muy grande.

La película no es mala. Uno piensa que no se pudo hacer mejor en la gran pantalla. Se sacrifican tramas y personajes (algunos maravillosos como Rose, la mujer de Dereck Almond que pasa de ser un personaje secundario a llevar la historia a su resolución, algo común en Moore) Se podría haber hecho una serie de televisión de diez capítulos (a ser posible producida por la HBO) y todo habría salido mucho mejor. Lo peor de la peli son esos tiempos muertos que los responsables creen necesarios por ser una trama de "política-ficción" (por mucho Matrix en el curriculum hay muchas más escenas de acción en el tebeo que en la película). Finalmente lo peor es lo que más le molestó a Moore: "V de Vendetta" es una "fábula" en la que se habla de fascismo y anarquía de una forma directa. Más que nada es un ataque al fascismo (se escribió bajo la sombra de Margaret Thatcher). En la película se teme más cómo llegó ese fascismo al gobierno (mentiras, manipulación) que el estado dictatorial propiamente dicho. Esto y el hecho de que DC dijese que a Moore le encantase el guión fueron la gota que colmó el vaso: el nombre de uno de los creadores de la obra original no aparece en los títulos de crédito del film por deseo de él mismo.

Por otro lado destacar a Natalie Portman (gran escena la de la "liberación" de Evey) y Hugo Weaving. John Hart gracioso de "Gran Hermano" y Stephen Rea correcto pero un tanto amargado (quizá leyese el tebeo antes y le hubiese gustado que su personaje se pareciese más al inspector Finch de la obra original).

La pregunta ahora es si es cierto que uno de los Wachowski ha cambiado de sexo
?

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